miércoles, 17 de junio de 2009

LA MEDICINA COMO CIENCIA

Ciencia por la que se conocen las disposiciones del cuerpo humano, en tanto que goza o pierde la salud, con el fin de que la salud habida se conserve, y la perdida se recupere”.

Podríamos decir con él que la Medicina es una Ciencia que cumple los criterios de objetividad, generalidad, método y certeza de otras ciencias, constituyendo sus saberes la suma de conocimientos necesarios para la prevención y curación del hombre enfermo.

Si queremos aquilatar aún más esta definición, la Medicina es una Ciencia que estudia la enfermedad y el “enfermar” de cualquier individuo.

El “enfermar” supone, efectivamente, aplicarle a la enfermedad un carácter activo, dinámico. Esto implica llegar al primer concepto básico de que la enfermedad no es algo pasivo, sobrepuesto a la naturaleza enferma, sino algo que “se hace”. Significa alcanzar el convencimiento de que la enfermedad es proceso, es reacción y, por ello, inseparable del organismo que enferma. Que no existen enfermedades sino enfermos, ni enfermedad sin enfermo, es precisamente aceptar que el enfermo hace su propia enfermedad.

CONCEPTO DE ENFERMEDAD

Dentro de la Patología General habrán de incluirse, por una parte, los conceptos generales de la enfermedad o Nosonomía, la Etiología o estudio de la causa que determina la aparición de la enfermedad, la Fisiopatología o estudio de los mecanismos patogénicos que determinan la producción de la lesión, la Semiología, que estudia las manifestaciones o señales que nos alertan sobre la existencia de la enfermedad y, finalmente, la Propedeútica Clínica, que se ocupa de la interpretación de esas señales, los signos y los síntomas, estudiando además, teórica y prácticamente, los medios y métodos de recogerlos o, lo que es lo mismo, la exploración clínica e instrumental.

En primer lugar, hemos de referirnos al Concepto General de Enfermedad. Podríamos definir la enfermedad como un estado de pérdida de salud o desviación de la normalidad. Esto implica la necesidad previa de establecer en qué consiste la normalidad, definir el estado de salud; lo que, evidentemente, no resulta tarea fácil puesto que la salud puede contemplarse a partir de muy variados criterios y, de cada definición de salud, derivará, naturalmente, un concepto correlativo del estado de enfermedad.

CONCEPTO DE SALUD

En relación con el concepto de salud es necesario tener en cuenta dos nociones previas importantes:

La primera de ellas es que resulta muy problemático establecer el criterio de normalidad absoluta o salud perfecta, en función de su difícil medición y, consecuentemente, de su difícil definición. Por ello, es necesario establecer otro concepto de normalidad relativa o buena salud, cuyo grado es posible evidenciar según se acerque más o menos a la normalidad absoluta.
La segunda noción que debemos recordar es la posibilidad de poder considerar válida, en cierto modo, la frase de Grote: “Cada individuo tiene su normalidad” y, en este sentido, existe normalidad cuando el hombre se corresponde a sí mismo.

Así pues, el concepto de salud podría considerarse desde un criterio puramente subjetivo que sólo puede medir el propio sujeto. La salud consistiría en una sensación genérica de bienestar. Pero es obvio que, si bien esta sensación genérica de bienestar ha de formar parte del estado de buena salud, no es menos cierto que, a veces, coexisten lesiones orgánicas demostrables, incluso muy graves, sin que en este caso podamos, lógicamente, admitir la normalidad.

De otra parte, el criterio puramente clínico, basado en la ausencia de signos patológicos, resultará igualmente inaceptable; ya que determinados estados patológicos sólo podrían ser puestos de manifiesto recurriendo a las pruebas funcionales. Mediante éstas obtendríamos otro criterio para la determinación de la normalidad,, que quizás sea más satisfactorio que los anteriores, basado en el rendimiento fisiológico con el que intentamos ver si el individuo entra dentro de la “norma funcional” establecida, tras mediciones estadísticas o deducciones fisiológicas experimentales.

Además de estos criterios, para considerar a un individuo sano, es necesario también que observe una conducta normal. Si bien, hay que atenerse a un criterio amplio, ya que el concepto de normalidad psíquica varía a lo largo de las épocas y es difícil de precisar.

Así pues, ninguno de estos criterios aislados es capaz, por sí solo, de completar el concepto de salud. Por ello, las orientaciones de la Patología General nos hacen adoptar un criterio rotatorio o circular de la salud, considerando que la unidad biológica total (unidad psíquico-física) está compuesta por un conjunto de estratos biológicos, cuyo perfecto engranaje origina la normalidad.

Esquemáticamente, estos ciclos serían de índole morfológica, bioquímica, funcional y psicógena.
Tras revisar estos conceptos de salud, podemos afirmar que la enfermedad se explicaría por la perturbación de uno de estos ciclos biológicos que constituyen la totalidad vital, origen de la afectación de los demás. En consecuencia, se llegaría a definir la enfermedad como el conjunto de todos aquellos trastornos que afectan a la unidad psicofísica del hombre y que serían consecuencia de la afectación de alguno de los estratos biológicos, pudiendo ser o no objetivable.

La persona, por otra parte, interpreta la enfermedad como algo propio, que le afecta, y ante la que toma una actitud. De ahí, que la inteligencia y la libertad del ser humano influyan en sus manifestaciones sintomáticas. Además, al ser un cambio vital en el sujeto que la padece, hace que no existan enfermedades orgánicas y psíquicas, sino que siempre haya participación de ambas.

LA ESPECIALIZACIÓN

La Especialidad es un fenómeno general de la Ciencia que va surgiendo a medida que el caudal de conocimientos aumenta. Cuando esto ocurre, ni siquiera los genios pueden dominarlo todo y se impone una articulación del saber. Bien es verdad que esto surge, generalmente, por imperativo técnico, pues para el progreso de cada parcela científica se requiere el dominio de determinados medios técnicos que presuponen una especialización. La Ciencia no se fragmenta en Especialidades, pero sus medios técnicos la obligan a ello.

Es en el siglo XIX cuando adquiere este fenómeno carta de naturaleza y cuando se produce la brillante eclosión del progreso científico, gracias a la especialización. Pero aquello tenía un precio e iba a surgir una pléyade de científicos, sin par hasta entonces: aquellos hombres que Ortega calificaba de “sabios ignorantes”, hombres particularmente sabios en una pequeñísima parcela del universo y totalmente ignorantes de lo demás y que, además, podían tener como actitud válida el desentenderse de todo lo que escapaba a su minúscula parcela.

La Medicina también ha sufrido y experimentado el proceso de la especialización y es fiel indicador del progreso científico, pues de todas las ciencias toma conocimientos y a todas aporta. Pero en ella la especialización tiene matices peculiares, pues no cabe una simple compartimentalización, ya que su objeto, el hombre sano o enfermo, no se puede desarticular. El hombre enferma como un todo. Los grandes fenómenos fisiopatológicos: la inflamación, el mecanismo del dolor, la acción farmacológica de las drogas, etc. son iguales en todos los ámbitos.

Las repercusiones de las partes sobre el todo son la regla. Por tanto, no cabe aplicar en Medicina el concepto simple de fragmentación o parcelación. El especialista médico ha de poseer primero un conocimiento básico en Medicina, que conozca y comprenda el todo humano. Después, al no poder dominar toda la praxis tecnológica, se polarizará en un campo concreto según sus aficiones y aptitudes. Por ello la especialización en Medicina es, en su origen, básicamente tecnológica y, por ende, los límites entre las Especialidades no son rígidos, sino por el contrario muy elásticos y siempre marcados por el progreso tecnológico.

EXPANSIÓN Y VISIÓN DE CONJUNTO

La Medicina nace por la preocupación del hombre por comprender la enfermedad. Desde la etapa mágico-religiosa hasta llegar a la situación actual, ha debido producirse una evolución paralela en todas las Ciencias relacionadas con la interacción del hombre con la realidad externa y con el hombre mismo, hasta llegar a los momentos actuales, difíciles y delicados por la excesiva especialización y la atomización del saber científico. El destinatario de la Medicina ya no es solamente el hombre enfermo entendido como individualidad, sino formando parte de un colectivo o comunidad de ciudadanos (Sociología de la Ciencia).

El conocimiento científico es, por otro lado, fruto de la metodología científica junto con el proceso científico generador de nuevas ideas y conocimientos. El gran avance de las Ciencias hace que, en el método experimental, base de la metodología científica, se combinen planteamientos inductivos (Ciencias Fácticas) y planteamientos deductivos (Ciencias Formales).

La atomización actual del saber y la superespecialización se enfrentan con el antiguo ideal del hombre de la unidad del saber. La superespecialización está sin embargo en pleno auge y, de manera clara, nos muestra día a día los aspectos positivos. Las nuevas doctrinas pedagógicas, al fomentar la enseñanza integrada, están potenciando el desarrollo de las especialidades médicas.
Por todo ello, podemos decir que la Medicina es:

Ciencia dentro del conjunto de las ciencias, pues participa, en parcelas más o menos grandes, de otras ciencias.

Ciencia Fáctica, puesto que su método científico es el método experimental en el que se emplean indistintamente planteamientos inductivos y deductivos, por lo que en la actual metodología científica es imposible marginar cualquiera de las dos metodologías.

Ciencia Tecnológica. Esta terminología parece que termina con la división entre las ciencias puras y las ciencias aplicadas, puesto que el destinatario de ambas es el hombre enfermo y ambas se estimulan recíprocamente.

Ciencia Psicológica. El hombre además de soma es espíritu y, por lo tanto, en la relación médico-enfermo son importantes:

a) Comprensión, sentido común, imaginación, etc.
b) Poseer destrezas y habilidades en grado más o menos importante de acuerdo con la Especialidad practicada.


Por todo ello, también se le ha considerado a la Medicina como un Arte.
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